Habrás escuchado a muchas personas decir últimamente lo típico de «me voy a hacer freelance».
Pero, en realidad, lo que quieren decir es que van a lanzarse al mundo del autoempleo o al trabajo por cuenta propia. Lo que implica (en la mayoría de los casos) darse de alta como autónomo.
En España, existen varios tipos de autónomos y cada uno tiene sus peculiaridades, ventajas y también sus responsabilidades.
Saber cuál te corresponde puede ahorrarte muchos quebraderos de cabeza.
En este artículo, te explicamos los tipos de autónomos que hay para que puedas elegir con mayor certeza cuál es el que más te beneficia en tu situación.
Qué es autónomo en España
Un autónomo en España es toda persona que realiza una actividad económica o profesional por cuenta propia. No depende de un jefe ni está vinculado por contrato laboral, sino que ofrece productos o servicios directamente a sus clientes.
Parece sencillo, pero en la práctica hay mucha letra pequeña que conviene entender.
La Seguridad Social los reconoce como trabajadores por cuenta propia y están obligados a darse de alta en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA).
Esto incluye pagar una cuota mensual, declarar ingresos y cumplir con ciertas obligaciones fiscales. Hay detalles que suelen generar dudas, como los trámites de alta, la elección de epígrafes o la gestión de impuestos, cuestiones habituales en despachos como Grupo Gestorr, que tratan este tipo de situaciones a diario.
Dependiendo de tu actividad, hay distintas formas de categorizar autónomos, y de eso va precisamente este artículo.
Tipos de autónomos
Una vez esto claro, volvemos al tema del principio, ¿cuántos tipos de autónomos hay en España?
Pues más de los que parece. Aunque a veces se usan como sinónimos los términos «clases de autónomos» o «categorías de autónomos», lo cierto es que la ley distingue varios perfiles concretos. Algunos se diferencian por su relación laboral, otros por el sector en el que trabajan o incluso por su nivel de dependencia económica.
Cada uno de estos tipos está regulado con ciertos matices legales y tributarios, así que es importante tenerlos controlados. Aquí te explicamos los principales.
Trabajadores autónomos
Este es el tipo más común y el más conocido. Digamos que es el «autónomo clásico».
Son personas que trabajan por su cuenta, sin empleados a cargo y sin formar parte de una sociedad. Por ejemplo, un fontanero, un peluquero o un consultor que factura directamente a sus clientes. Representan la base del autoempleo en España.
La clave aquí está en que gestionan su actividad de manera independiente, asumiendo todos los riesgos y responsabilidades. Este tipo de autónomo debe darse de alta en el RETA (Régimen Especial de Trabajadores Autónomos) y cumplir con las obligaciones fiscales pertinentes.
Sin embargo, a la hora de darse de alta, elegir la base de cotización o gestionar los impuestos, muchos recurren a una gestoría para autónomos para evitar complicaciones y centrarse en su propio negocio.
Autónomo agrario
Este perfil se refiere a quienes trabajan en explotaciones agrarias, ganaderas o forestales. Para ellos existe un sistema especial dentro de la Seguridad Social llamado Sistema Especial para Trabajadores por Cuenta Propia Agrarios (SETA).
Su regulación es algo distinta, con requisitos específicos como ser propietario o arrendatario de una explotación, que el 50% de tus ingresos provengan de la actividad agraria o dedicarse a ello de forma habitual y personal.
Además, también tienen un régimen de cotización propio. Es un tipo menos conocido pero clave en el sector primario.
Autónomo económicamente dependiente (TRADE)
Este es un caso muy particular. Un TRADE es un autónomo que obtiene al menos el 75% de sus ingresos de un solo cliente. Aunque sigue siendo autónomo, su relación con ese cliente es tan estrecha que necesita un marco legal propio.
El TRADE debe firmar un contrato específico y tiene ciertos derechos similares a los de un asalariado, como vacaciones o indemnización por rescisión injustificada. Es ideal para freelances que trabajan casi en exclusiva para una empresa.
Autónomo societario
Aquí hablamos de personas que, además de trabajar por cuenta propia, forman parte de una sociedad mercantil. Es decir, han creado una empresa, normalmente una Sociedad Limitada, y participan activamente en su gestión.
Este tipo de autónomo suele tener una cotización más alta y está obligado a cumplir con más requisitos fiscales. Es muy común en pequeñas y medianas empresas, y conviene entender bien las diferencias entre autónomo y sociedad limitada antes de decidir.
Autónomo Freelance o profesional
Los freelance son autónomos que ofrecen servicios intelectuales o creativos: diseñadores, periodistas, traductores, etc. Aunque en la práctica son trabajadores autónomos, este término se usa mucho en el ámbito digital y creativo.
Suelen tener varios clientes, trabajan por proyectos y su actividad puede estar sujeta a retención de IRPF desde la primera factura. Si estás en este perfil, debes estar muy al tanto de tus obligaciones fiscales.
Autónomo colaborador
Este es el autónomo que trabaja con un familiar directo (hasta segundo grado) que ya esté dado de alta como autónomo. Por ejemplo, el hijo que ayuda en el bar de sus padres.
No está obligado a presentar declaraciones trimestrales de IVA o IRPF, pero sí debe cotizar y estar registrado. Es una figura pensada para entornos familiares y negocios pequeños.
Quienes no son autónomos
No todo el mundo que genera ingresos por su cuenta está obligado a darse de alta como autónomo. Hay ciertas situaciones muy específicas en las que, por ley, no hace falta registrarse en el RETA.
Por ejemplo, si realizas una actividad económica de forma puntual, sin habitualidad ni continuidad, y los ingresos no superan el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) anual, podrías estar exento.
Eso sí, hay matices.
La habitualidad no está definida claramente por la ley, lo que deja la decisión en manos de la interpretación de la Seguridad Social o Hacienda.
En la práctica, si emites varias facturas al año, lo más recomendable es darse de alta como autónomo para evitar posibles sanciones. Además, existen otros colectivos que no cotizan como autónomos porque están adscritos a mutualidades de profesiones colegiadas (como abogados, médicos o arquitectos).
En estos casos, se paga a través de una mutualidad en lugar del RETA.
También están las actividades exentas por razón del vínculo o relación personal. Por ejemplo, personas que colaboran en una actividad familiar sin remuneración real o simbólica. En definitiva, si estás en una situación dudosa, lo mejor es consultar con un profesional para asegurarte de cumplir la normativa sin pasarte de más… ni quedarte corto.
Muy importante a tener en cuenta:
Aunque no estés dado de alta como autónomo, sí que debes estar dado de alta en Hacienda, sin excepción, a través del modelo 036 (hasta hace poco, el modelo 037). Además, también deberás incluir en tus facturas los impuestos correspondientes, generalmente el IVA (siempre) o IRPF (si eres autónomo).
Conclusión
Ya ves que hablar de los tipos de autónomos en España no es simplemente hacer una lista. Cada categoría tiene sus particularidades, ventajas y también responsabilidades. Desde las modalidades de autónomos más comunes hasta las menos conocidas, entender bien en cuál encajas puede marcar la diferencia entre triunfar o fracasar con tu negocio.
Puedes consultarnos las dudas que tengas, nosotros te asesoramos en todo lo que necesites, solo tienes que rellenar este formulario y nos pondremos en contacto contigo. Y si ni siquiera estás seguro de si quieres ser autónomo o montar una S.L., te dejamos este recurso para aclararte las ideas: Diferencia entre autónomo y sociedad limitada.